22.2.07

Una historia real de Fantasmas I

Viaje de Granada a Valencia; al volante, la mejor amiga de mi mujer, profesora del conservatorio de Granada en aquel entonces. El viaje se hace de noche, saliendo después de clase y cenando en el camino.
Ella está cansada; las clases a niños ajenos cansan como pocas cosas en este mundo. Música relajada en el radiocasete, el sol que se muere en una nube anaranjada, carretera limpia de tráfico. Pasan las horas.

De repente, se duerme. No se da cuenta, pero se ha dormido al volante; quizá está soñando con las clases, o con algo que ha dicho alguien o con algo que tiene que decirle a otro alguien, con su cama en Novelda o con la cena. Quién sabe; de todos modos está a punto de morir.

Y entonces, una mano la toca en el hombro, agitándoselo. Ella se despierta sobresaltada, mira hacia la carretera y justo delante suyo hay una curva cerrada. Frena, gira, y consigue estabilizar el coche.

No vuelve a dormirse. La mano había tocado su hombro... izquierdo.

10.2.07

Un escalofrío matutino.

Ayer viernes iba en coche de camino al trabajo, escuchando la radio como de costumbre, cuando a las nueve de la mañana emitieron el siguiente anuncio patrocinado por la Comunidad de Madrid:

"En Madrid viven millones de personas. Millones de potenciales donantes.
Se realizan más de 1000 operaciones diarias durante las cuales se necesita una gran cantidad de sangre. Necesitamos tu ayuda.

Necesitamos un poco de tu sangre.

Dona."


Una inocente campaña en favor de la donación de sangre, ¿verdad? Y sí, eso es lo que es.
Pero está visto que a los publicitarios los carga el diablo. La voz en off que dice todo lo que ustedes han leído arriba es la del mismo señor que dobló a Gary Oldman en "Drácula" durante las escenas en que interpreta a un Drácula anciano. La misma voz de ultratumba, cavernosa y, para dar la puntilla, con ese extraño acento que debía de semejar el rumano pero que lo que da, en el contexto de ese anuncio, es un yuyu que no vean ustedes.
Ayer viernes, a eso de las nueve de la mañana, todo conductor cinéfilo que anduviese escuchando la emisora M-80 y a Pablo Motos debió sentir el mismo escalofrío que yo.

Si será desvergonzado Drácula que ya hasta pide la comida en la radio.