5.12.08

Contra ETA, Metralleta

Ayer escuché esta frase en la radio, en una tertulia vespertina en la que se trataba el problema vasco-español a cuenta del último asesinato de un hombre mayor que vivía sin miedo al Terror.
Siempre que he escuchado la frase hecha con anterioridad me he escandalizado. Siempre me ha parecido que no es razonable ser el monstruo para poder acabar con el monstruo, que es un error terrible aplicar el ojo por ojo llevados por la ira. Ya dijo Gandhi que ojo por ojo, todos ciegos.

Ayer, por primera vez, cuando escuché la frase de boca de un escolta profesional al borde del llanto, pensé que no sólo es lo que los terroristas buscan con su actitud (el verse combatidos en el mundo real, y no en la Matrix de mentira en la que se ven en una guerra real contra un enemigo feroz), sino que es lo que se merecen a fin de cuentas. Los vascos jamás conseguirán que se les reconozca de forma efectiva la diferencia que llevan persiguiendo desde hace siglos y en la que muchos no vascos creemos, o hasta unas pretensiones de independencia que son legítimas en cualquier caso cuando se defienden con honestidad y limpieza, de frente, como siempre han hecho los vascos. Porque un grupo de luchadores por la libertad del pueblo vasco no asesina a un hombre mayor que vive sin miedo, un hombre con cuatro apellidos vascos en su nombre, nacionalista, empresario de un negocio familiar tan vasco como la playa de la concha. Los que han matado a ese hombre son unos sicarios mafiosos cuyo único objetivo es mantener el estado de Terror sobre su pueblo. Y nadie se escandaliza cuando se combate a la mafia a tiros.