Pero lo que yo quería contarles hoy, la anécdota que me hace volver a escribir por estos lares, tiene que ver con las reacciones posteriores de este pueblo español nuestro, tan nuestro, cuando al personal le dio por interpretar a su modo aquello del gobierno federal, el federalismo, los cantones y demás historias. Las reacciones, decía, aparte de revueltas populares contra los de arriba, como siempre ocurre, que se llevaron por delante la vida de un centenar de personas entre oficiales del ejército, gerifaltes del clero, alcaldes y demás gente de posibles en lo que al poder se refiere, acabaron con la declaración de mini-repúblicas a lo largo y ancho de la geografía patria. Desde cantones provinciales, como el de Valencia, a algunos mucho más pequeños, como el del pueblo de Alcoy.
Y de todas las anécdotas de interés, de entre todas las reacciones sorprendentes, si me lo permiten, no encuentro ejemplo mejor en esto de la primera República de la gracia esta puñetera que nos caracteriza, entre irónica y desesperanzada, entre borde y huevona, que la declaración de independencia de la villa de Jumilla, Murcia. Donde el vino, ya saben, ese pueblo precioso que tiene una Semana Santa de las serias. Jumilla, señores, no Kosovo ni Montenegro ni Chechenia. Jumilla. Que cuando les dio por lo de la independencia no se conformaron con romper con España, ojo:
"La nación jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si la nación murciana, su vecina, se atreve a desconocer su autonomía y a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá, como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en la demanda, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra."
Tampoco está en mi ánimo el confundir al personal: no hay registro escrito de esa manifestación de independencia, ni constancia de que la creación de la República de Jumilla, o el Cantón Jumillano, existiera de verdad o si no fue en realidad nada más que producto de la propaganda antirepublicana del momento. En cualquier caso, si es cosa de la oposición monárquica como si la proclamación de independencia de la nación jumillana es real, no me queda sino decir que, señores, con dos cojones.
Pues eso.